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Las causas más comunes en la relación hijo-padre para
despertar el sentimiento de odio hacia los propios
padres, son cuando la mamá toma actitudes de castigo,
de rechazo, de injusticia, cuando tiene preferencias
entre los hijos, cuando hace comparaciones con los
otros hijos o con otros niños o ejerciendo presión de
comportamientos de alguna manera.
En este sentido, cuando no se les da atención o cuando
se llega a los golpes, todas estas actitudes de la
madre hacia los hijos provocan en ellos alejamiento,
incomprensión, desilusión hacia la madre.
Fany Eisenberg, terapeuta familiar dice: “También es
posible llegar a odiar a la mamá cuando ella fue muy
liberal con el hijo y de repente quiere poner límites a
esa libertad y entonces el hijo desarrolla odio por que
nadie le había puesto claras las reglas del juego, y al
estar acostumbrado a hacer lo que quería, pues no
acepta que se le pongan límites y la única forma de
demostrar su inconformidad es con odio hacia la mamá.
“También puede ser una madre que abandone mucho a los
hijos o al hijo, por ejemplo que lo deje siempre con la
abuela y en la noche que llega de trabajar muy cansada
lo ignora y lo regaña de todo, le dice que está muy
cansada y piensa que lo que le pasa a él no es
importante. También hay casos en que los abuelos, los
tíos, la gente que los rodea, les hablan tan mal de la
mamá que el niño empieza a desarrollar un odio
espantoso hacia su madre, se siente abandonado por
ella. Estoy convencida que cuando uno como hijo no está
bien con uno de los padres es infeliz toda su vida,
aunque muchas veces no se quiera reconocer, y toda esa
afectación se ve reflejada en el entorno social del
niño.”
Por lo que respecta a la madre, cuando está conciente
del odio del hijo puede sentirse preocupada, pero
también hay madres que dicen: “no importa que me odie,
lo tengo que educar”, todo depende de cada mamá. Pero
una madre conciente y sensible se preocupa y haría lo
posible por saber qué es lo que está pasando para que
el hijo sienta tanto odio y buscaría su perdón.
Asimismo, Einserberg señala: “como hijo se debe hacer
antes que nada conciencia de si realmente se odia a la
mamá, al mismo tiempo que ella también tenga esa
conciencia de que está siendo odiada por su vástago. En
este sentido, es importante:
Una terapia de familia hij@-madre.
Sentarse a platicar como amigos y evaluar la situación
en la que se pueda encontrar, ya sea de enojo, rebeldía
etc.
Convivir en paseos.
Fijar límites respecto al deber de hijo tanto dentro de
la casa como fuera de ella.
Enfrentar la culpabilidad.
Hablar con respeto.
Dar consejos, ayudarse en sus tareas de la casa.
Los padres deben estar muy al pendiente de los hijos,
no pensar que porqué se les da de comer y todo lo mejor
en cosas materiales los hijos son felices, al
contrario, siempre hay necesidades que como papás
también se pueden equivocar, también pueden ofender sin
querer y atentar contra la sensibilidad de los hijos.
La mamá puede sentirse culpable, pero este sentimiento
de culpabilidad la hace reaccionar, actuar y pedir
ayuda, pues este es el principio de la conciencia del
mal que ha hecho y que se debe salir de ello.”